Así dominan los procesadores rojos el PC gaming en 2025
El 2025 está dejando un mensaje bastante claro para quien esté pensando en montar un PC gaming: si miras qué compra la mayoría de jugadores, el nombre que más se repite es AMD. No es una racha puntual, sino una tendencia constante que está dejando a Intel en un papel casi residual en el mercado de procesadores para equipos de sobremesa centrados en jugar.
Mindfactory y compañía: AMD barre en ventas
Uno de los mejores termómetros del hardware en Europa es el minorista alemán Mindfactory, muy popular entre quienes montan su propio PC. En la última semana analizada, este vendedor ha distribuido 2.260 CPUs de AMD frente a solo 220 de Intel, lo que se traduce en algo más de un 90% de cuota en unidades para los de rojo y menos de un 10% para el equipo azul.
Lo curioso es que dos modelos concretos de AMD, los Ryzen 7 9800X3D y 7800X3D, han sumado por sí solos más de un millar de unidades, superando en conjunto a toda la gama de procesadores Intel vendida en ese mismo periodo.
Si se mira el dinero que mueve cada marca, el golpe todavía es más duro para Intel. Con esa ventaja en volumen y precios medios en torno a los 300 euros, AMD se queda con aproximadamente el 93% de los ingresos por venta de CPU en este comercio, dejando a Intel con apenas un pequeño trozo del negocio.
Por qué los gamers se van con AMD
La explicación no es ningún secreto: el foco de AMD está puesto en el rendimiento en juegos, y eso es exactamente lo que prioriza el público que compra estos procesadores. La serie X3D, con chips como los Ryzen 7 7800X3D y 9800X3D, ofrece un extra de FPS muy atractivo para quien juega a títulos exigentes o competitivos, y eso se nota en la lista de ventas.
Intel, en cambio, ha orientado su gama Core Ultra 200 y los modelos relacionados a la eficiencia y a tareas de productividad, lo que puede convencer a cierto tipo de usuario, pero no termina de seducir al jugador que solo quiere la mejor experiencia en pantalla.
Incluso procesadores más modestos de AMD, como los Ryzen 5 de gama media, están funcionando muy bien porque combinan buen rendimiento en juegos con precios bastante ajustados. En algunos mercados, modelos como el Ryzen 5 5500 se mueven en una franja de entre 70 y 90 dólares, lo que los convierte en una entrada muy competente al PC gaming sin destrozar el presupuesto.
AM5 toma el relevo, pero AM4 aún aguanta
Dentro de las más de dos mil CPUs de AMD que salen por la puerta de Mindfactory en esa semana, la mayoría se montan en placas base con socket AM5, mientras que AM4 se queda con una porción menor del total.
Eso encaja con la idea de que AM4 está ya en la recta final de su vida comercial, aunque sigue teniendo tirón para quienes buscan aprovechar hardware existente o montar equipos económicos sin renunciar del todo a un buen rendimiento en juegos.
La sensación general es que el ecosistema AM5 se está consolidando como la base sobre la que van a girar los montajes gaming de los próximos años, mientras que AM4 queda como opción “low cost” muy digna para presupuestos ajustados o actualizaciones sobre equipos antiguos.
¿Qué significa todo esto para quien quiere un PC para jugar?
Para cualquiera que esté pensando en cambiar de procesador o montar un PC desde cero, el mensaje que deja el mercado es bastante directo: la mayoría de jugadores está optando por AMD porque, a día de hoy, ofrece un equilibrio muy atractivo entre rendimiento en juegos, ecosistema y precio.
Intel sigue siendo una opción perfectamente válida si se busca un equipo versátil para productividad pesada, creación de contenido o tareas mixtas, pero en la batalla concreta por el corazón del gamer, ahora mismo va claramente a remolque.
A nivel personal, esta situación se siente como un cambio de ciclo claro. Durante años, Intel fue la elección casi “por defecto”, y ver cómo la comunidad se ha volcado con AMD obliga a Intel a reaccionar con algo más que ligeros retoques o simples bajadas de precio. Como jugador, este tipo de competición solo puede venir bien: si AMD empuja fuerte en rendimiento y relación calidad-precio, y Intel se ve forzada a responder con propuestas más agresivas, al final quien gana somos todos los que montamos y disfrutamos nuestros PCs.


